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25 años de Servicio Social en el Colegio Ntra. Sra. del Recuerdo: mi experiencia profesional de 16 años en 5 etapas.

El pasado 25 de febrero de 2017 estuve en un encuentro en el Colegio Ntra. Sra. del Recuerdo (Compañía de Jesús - Madrid) en el que conmemoramos los 25 años del Servicio Social, un proyecto que tuve la suerte de desarrollar desde sus inicios. En dicho encuentro al que asistieron unas 500 personas entre padres y madres de familia, antiguos alumnos y personas clave en el desarrollo de este programa de Educación Prosocial y en el Servicio Social, entre las que me encontraba, rememoramos las claves de éxito, recordamos momentos muy buenos, y creo que también renovamos la llama del compromiso social y profesional para seguir adelante, cada cual desde su rol actual.

Os comparto aquí las palabras que dije en mi intervención, en la que hice un recorrido por lo que fueron los 16 primeros años de la experiencia y las claves de desarrollo de este programa, que hoy, 25 años después, sigue siendo una apuesta educativa sólida y un modelo de referencia para muchos otros centros educativos:

El primer sentimiento es de un profundo agradecimiento (GRACIAS) por haber sido parte de esta historia. Es un encuentro festivo, para celebrar, compartir lo vivido y avivar la llama del servicio que un día encendimos.

Es una suerte personal y profesional el haber sido elegido para desarrollar esta misión. Ha sido una construcción colectiva de todos/as los que estamos aquí, por ello sentiros todos reconocidos en mis palabras, me gustaría nombrar a muchas personas y contar muchas cosas, que espero podamos compartir luego. Especialmente, esta tarde quisiera tener presentes a todas las personas que fueron compañeros/as de camino en este proyecto, y ahora, desde la casa del Padre, son los luceros que iluminan este mapa del Servicio Social que seguimos recorriendo y ampliando.

Siempre me pregunté ¿Por qué yo? Creo que no elegimos del todo estar donde estamos, nos eligen, alguien nos muestra un camino, nos abre una puerta. Esto fue una llamada inesperada, yo estaba encaminado a hacer un Erasmus en Lovaina al terminar Trabajo Social, pero escuché esta llamada, me entusiasmó, renuncié a Lovaina y me embarqué en esta misión. 

Y así llegué en junio de 1990 a entrevistarme con el P. Agustín Alonso, S.J., desde el primer momento nos caímos bien: “tienes muy buena planta” me dijo Agustín, y yo me dije “esto va bien”.

5 Etapas de mi experiencia en el Servicio Social:

1. Inicios (1990-1991): posibilitar un servicio en salida.

Tuvimos muy claro desde el comienzo, tanto el P. Agustín Alonso como yo, que el servicio debía ser hacia fuera, de Jerusalem a Jericó, saliendo de “aquestos tutelares muros”. Aprender a servir implica renuncias y desafíos a las zonas de confort. Implica, como bien dice hoy el Papa Francisco en E.G., ser “Iglesia en salida”.

Además apostamos por un servicio que se hace “encuentro con los rostros de la pobreza”, que es también encuentro con Cristo. Entendimos que ese encuentro era el momento pedagógico clave que coloreaba y dinamizaba especialmente las 4 C que definen al alumno ignaciano: Consciente, Compasivo, Competente y Comprometido.

Por eso, el primer trimestre del curso 1990-1991, lo dediqué a hacer un trabajo de campo a golpe de teléfono y visita presencial. En aquella época, sin ordenadores, ni internet, ni skype, ni whatsapp, me resultó muy fácil conseguir proyectos, el terreno estaba virgen, éramos los primeros en ofrecer un proyecto de servicio social escolar tan sistematizado, y además cuando me presentaba en las organizaciones con las palabras mágicas “Comillas”, “Recuerdo” o “Jesuitas”, se abrían casi todas las puertas: en tres meses ya teníamos 15 proyectos, los suficientes para empezar.

A partir de enero de 1991 fui pasando por las 7 secciones del entonces 3º BUP, a explicar a los alumnos/as los proyectos y el programa general. Me sentí muy bien respaldado y acompañado, entonces y siempre, por la dirección del colegio, los tutores y la Jefatura de Formación (primero J.M. López Álvaro y después P. Antonio España).

Se apuntaron unos 100 alumnos/as, y fue un éxito en general esta primera experiencia de prueba.

2. Creación de una RED en torno al servicio (1991-1994): servir en compañía.

El éxito de la experiencia piloto inicial nos llevó en el curso 1991-1992 a plantear el Servicio Social para todos los alumnos/as, de tal forma que era bueno que todos tuvieran la oportunidad de vivir y aprender lo mucho que aportaba la experiencia: “Estudiar sirve, pero servir enseña cosas que no se aprenden en los libros”.

Pronto vemos esencial el acompañamiento en el servicio a los alumnos/as, y ello hace surgir una red de acompañantes. Comenzaron dos madres de familia y en poco tiempo teníamos una red de 100 padres y madres acompañantes. Esta red comenzó en Luisa Miranda, luego durante 10 años fue coordinada por Almudena Zerolo, y más tarde por Maita Palazón. Os puedo asegurar que el apoyo y protagonismo de este “genio femenino” como reclama el Papa Francisco en la E.G. acerca de la figura de la mujer en la Iglesia, ha sido clave para este proyecto.

Tal fue el eco que tuvo este voluntariado de padres acompañantes, que la APA de entonces, siempre muy involucrada en el Servicio Social, con Gabriel y Cristina Castañón, sus presidentes, a la cabeza, decidió crear una Vocalía de Acción Social, para ofrecer voluntariado a padres en general, y también padres acompañantes al proyecto de Servicio Social con alumnos.

3. Experiencia-Reflexión-Acción (1992-1999): Saber más para servir mejor.

Una vez consolidada la estructura en torno a la experiencia de servicio social y su acompañamiento, si bien habíamos iniciado de forma incipiente algunos talleres y acciones formativas, como estaba previsto en el proyecto desde sus comienzos, nos preocupaba la formación y la reflexión en torno a esa experiencia, como diría San Vicente de Paúl, maestro de la caridad inspirado por Ignacio de Loyola: “saber más para servir mejor”.

Los primeros siete años, desde 1992 hasta 1999, tuvimos un equipo de 6 alumnos de prácticas de T. Social de U.P. Comillas cada curso, llamado “Equipo Educativo-Social”, que preparaban y dinamizaban conmigo los talleres en el aula. Cada cual tenía asignado un grupo en cada sección.

La complejidad creciente del proyecto, cada vez me restaba más tiempo para atender a los alumnos de prácticas, y por ello  en el curso 1999/2000 decidimos finalizar la colaboración con Comillas y hacer la formación de otro modo: así nacieron las Tutorías de Pastoral social, en colaboración más estrecha con el Dpto. de Pastoral. Tanto el P. Rafa Mateos, como el P. José Ignacio Vitón, fueron excelentes apoyos en el servicio social. De hecho, mi guitarra y yo éramos habituales colaboradores en las Campañas de Navidad, en los Encuentros de Loyola en verano, y más tarde en el Campamento de Santa María de Huerta con mujeres presas y sus niños.

En aquellos años de renovación pedagógica incipiente en la LOGSE, varios profesores/as compañeros/as se implicaron, vía transversalidad educativa, en trabajar el servicio social en sus asignaturas, y esto aportaba mucho valor al proyecto. 

Del mismo modo, fueron años de una intensa y extensa actividad comunicativa de la experiencia en congresos de educación, cursos de formación, revistas y publicaciones… 

4. Innovación y mejora continua (2000-2003): Ad Maiorem Dei Gloriam.

La innovación, la investigación, la búsqueda de la excelencia y la mejora continua fue uno de mis empeños, que me llevó a formarme más y a hacer una Tesis Doctoral sobre el proyecto. 

En este empeño por mejorar, llegó en el año 2000 el Premio Santillana (nos dieron el de Bachillerato y el Premio Especial al mejor proyecto entre todos los presentados). Años antes, en 1994 ya recibimos el 2º Premio de Experiencia Didáctica en el Área de Letras, del CDL. Enseguida, en 2001 llegaría la lectura de la Tesis, que estuvo muy bien representada por muchas personas de aquí, y que obtuvo un Sobresaliente Cum Laude.

En estos años hubo avances como la “Comisión de Trabajo Social”, a iniciativa del P. Miguel Ángel Jiménez de Abad, que ya involucraba a todas las áreas del colegio, o la “Feria de la Solidaridad”, que mejoraba la presentación de los proyectos a los alumnos, estrechaba los lazos con las instituciones y visibilizaba el Servicio Social en el colegio.

5. Nuevos objetivos y retos en el servicio (2004-2006). En todo amar y servir.

A partir del curso 2004-2005 es cuando crece en mí una sensación de misión cumplida, una necesidad de ampliar y engrandecer esta misión en otros campos, y la convicción de que otra persona puede continuar con este proyecto, al tiempo que yo puedo afrontar nuevos retos profesionales y sociales. Llevé esta meditación-discernimiento en mi interior durante todo ese curso, y el primer trimestre del 2005-2006. En febrero de 2006 es cuando comuniqué al P. Isidro González Modroño mi decisión de dejar el proyecto al final de curso, con el fin de buscar y preparar el relevo con tiempo.

Y así es como Almudena Egea, fue elegida y llamada, como lo fui yo en su día, para continuar esta misión, que acogió, todavía recuerdo sus palabras, “como un regalo en las manos”, el mismo que yo había disfrutado durante 16 años. Con la perspectiva y la sabiduría del tiempo, a 11 años de aquella decisión, y en el marco de esta celebración, puedo decir que fue un acierto, tanto para el colegio por lo que supone de nuevas ideas y personas que siguen avivando la llama del servicio, como para otros proyectos que he acompañado y acompaño en la actualidad, porque esta red de Educación en el Servicio Social, en la auténtica caridad evangélica, que comenzó en un despacho casi vacío en el edificio de COU entonces, hoy es muy grande, mucho más de lo que podamos imaginar. ¡Muchas gracias!

César García-Rincón de Castro

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